Escondido, lo tengo todo escondido. Oculto, detrás de un velo y adornado con sonrisas. Olvidado detrás de la muralla, abandonado en un rincón oscuro.
Obligado a permanecer oculto y en silencio.
Guardado en un baúl con siete candados, hermético, dónde ni aire ni agua puede entrar. Dónde las buenas intenciones no lo puedan ver.
Allí dónde ni yo misma soy capaz de encontrarlo. Allí dónde nadie quiere o se atreve a entrar, ni siquiera yo. Allí dónde me da miedo mirar, dónde da miedo pisar porque podría ser que llegado el momento, en algún descuido, en algún olvido algo o alguien hicieran daño de nuevo.
No se puede vivir así, el miedo es mal consejero y no abriga, no da calor, te aparta el sol del horizonte.
Pero el valor es fuerte, ¿verdad? Y saldrá, romperá las cadenas, reventará los candados, vencerá los terribles monstruos, y saldrá al rescate.
Ahora sólo hay que dejarle la puerta entreabierta, para que salga...
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