jueves, 13 de enero de 2011

Una luz blanca...


Ciertas personas creen que cuando llega la hora de morir vemos una luz blanca cegadora y muy intensa. Sin embargo, yo no veo más que sombras. Sombras gigantescas hasta donde alcanza mi vista y también veo una tormenta de copos negros. Una nieve negra que recubre progresivamente mis manos, luego mis brazos separados. Parece que nazcan rosas rojas, hasta tal punto que la sangre perfora el suelo polvoriento. Luego las rosas se borran, y mi cuerpo entero desaparece también…
Estoy relajado como si me preparara para un largo viaje en avión…

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