martes, 18 de enero de 2011

te has parado a pensar...

Pero… nuestra cultura nos ha dejado como recado una carga en la que los “normales” somos perfectos, los mejores, los inteligentes, los sabios, aquellos que nunca se equivocan, los más parecidos a un Dios. Qué equivocada está la humanidad… Si realmente pudieran reconocer las personas, que los mejores músicos son los que carecen de brazos y tocan con los pies, que los vocalistas más destacados son los ciegos, los mejores instrumentistas de la historia fueron sordos o tuvieron alguna dificultad con los sentidos, que las personas que demuestran más amor, que no poseen maldad y que son capaces de representar con total facilidad la honestidad son esos que se los identifica como “los Down” en forma muchas veces despectiva; en esa circunstancia, sólo si se fuera capaz de aceptar todo esto y muchos otros casos que no fueron detallados, ahí sí, la gente “normal” podría alardear de ser inteligente, porque ahí, sería humilde, tolerante, sensible y otro montón de adjetivos, ahora positivos… Pero lamentablemente el mundo no es así. Hasta que no nos pasa, no somos capaces de pensar en la posibilidad de que nosotros mismos pudimos haber sido un ejemplo de discapacitado. He aquí que, si no somos capaces de ver con un amor sincero, no lleno de lástima, realmente ver con amor, a una persona que es diferente, estamos siendo nosotros los discapacitados… discapacitados de corazón, en esa circunstancia, seríamos nosotros los carentes de una habilidad, la habilidad de amar con pureza y con el alma. Sentir que una sonrisa de una persona con una capacidad diferente, no nos produzca lástima sino admiración y envidia (de la sana), ya que lo que “les falta” es ese sentido común repelente que tenemos todos, pero por sobre todo, lo que en ellos abunda, es esa capacidad de optimismo, positivismo, lucha que se basan en el deseo de vivir, expresar, lograr y Amar…

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